domingo, 26 de junio de 2011

EL OCASO DE LOS DIOSES - Richard Wagner

Richard Wagner ( Leipzip 1813 - Venecia 1883) utilizó las leyendas medievales del Edda y del Nibelungenenlied como fuente de inspiración para su obra más emblemática El Anillo del Nibelungo (Der Ring des Nibelungen) una tetralogía que en sus manos, se transformó en una de las creaciones más paradigmáticas del espíritu germánico y la más extensa historia unitaria de la ópera.



El Anillo lo componen cuatro obras; un prólogo y tres jornadas tituladas El Oro del Rhin, La Walkyria, Sigfrido y El Ocaso de los Dioses.



Ya 1848 Wagner esbozó "La Muerte de Sigfrido" (Sigfrieds Tod) que finalmente se denominó "El Ocaso de los Dioses" (Götterdämmerung), pero se dio cuenta que la mayor parte de la obra se daba por supuesta, por lo que el público quedaría desconcertado y no la comprendería. Así en 1850 empezó a trabajar en el libreto de "El Joven Sigfrido" (Der Junge Siegfried) para que se entendiese correctamente el drama, terminando el libreto en 1851 con el título definitivo de "Sigfrido". Y aún así siguió remontándose en la saga de los nibelungos, escribiendo en 1852 los libretos de "La Walkyria" y "El Oro del Rin". De esta forma vemos cómo el maestro comenzó la tetralogía por el final.
"El Ocaso de los Dioses" cuyo libreto quedó definitivamente terminado en julio de 1872 y la música en noviembre de 1874, fue estrenado como culminación del ciclo del Anillo del Nibelungo en el Festpielhaus de Bayreuth en agosto de 1876 bajo la dirección de Hans Richter.
El ocaso de los dioses (Götterdämmerung, en alemán) es la última de las cuatro óperas que componen el ciclo El anillo del nibelungo (Der Ring des Nibelungen) de Richard Wagner. Fue estrenada en el marco del primer Festival de Bayreuth el 17 de agosto de 1876, como parte de la primera producción completa del ciclo. El reparto fue el siguiente: Georg Unger (Sigfrido), Eugen Gura (Gunther), Gustav Siehr (Hagen), Amalie Materna (Brunilda) y Luise Jaide (Gutruna).

En España se estreno el 16 de noviembre de 1901, en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona.

Personajes
 Discografía de Referencia:

Director:
Cantantes:

Coro:
Orquesta:
Casa:
CD:
Año:
Hans Knappertsbusch
W.Windgassen, A.Varnay, O.Wiener, J.Greindl, E.Grümmer.
Festival de Bayreuth
Festival de Bayreuth
HUNT (Grabación en vivo)
4 (ADD)
1958

Director:
Cantantes:

Coro:
Orquesta:
Casa:
CD:
Año:
Karl Böhm
W.Windgassen, B.Nilsson, T.Stewart, J.Greindl, L.Dvorákova.
Festival de Bayreuth
Festival de Bayreuth
PHILIPS (Grabación en vivo)
4 (ADD)
1967

Director:
Cantantes:

Coro:
Orquesta:
Casa:
CD:
Año:
Daniel Barenboim
S.Jerusalem, A.Evans, B.Brinkmann, Ph.Kang, E.M.Bundschuh.
Festival de Bayreuth
Festival de Bayreuth
TELDEC (Grabación en vivo)
4 (DDD)
1991



Argumento
Ultima obra de la tetralogia del Anillo, El ocaso de los dioses narra la historia de como el anillo maldito hecho con oro robado al Rin por el enano Alberich, perteneciente a la raza de los nibelungos, causa la muerte de Sigfrido, pero también la destrucción del Valhalla, la morada de los dioses, donde moraba Wotan (Odin).

El titulo es una traducción al alemán de la expresión Ragnarok, que en nórdico antiguo y en el contexto de la mitología germánica se refería a la profetizada guerra entre los dioses que conduciría  al fin del mundo. Sin embargo, como en el resto del Anillo, la narración del apocalipsis que hace Wagner, difiere significativamente de las antiguas fuentes nórdicas.

Prólogo

Las tres Nornas, hijas de Erda, se congregan junto a la roca de Brunilda, tejiendo la cuerda del destino. Cantan sobre el pasado y el presente, así como también del futuro, cuando Wotan calara fuego al Valhalla como senal del fin de los dioses. En un descuido, la cuerda se rompe. Lamentándose de la perdida de su sabiduría, las Nornas huyen. Al amanecer, Sigfrido y Brunilda salen de su cueva. Brunilda envía Sigfrido en busca de nuevas aventuras, pidiéndole que siempre tenga presente su amor. Como prenda de su fidelidad, Sigfrido le da el anillo, que a su vez había robado a Fafner. Vestido con la coraza de Brunilda y montando el caballo de esta, Granero, Sigfrido se aleja.



Acto 1
El acto comienza en el palacio de los Guibichungos, una estirpe que habita junto al Rin. Gunther, senor de los Guibichungos, sentado en el trono. Su medio-hermano Hagen le aconseja tomar esposa y encontrar un marido para su hermana Gutrune. Sugiere Brunilda como esposa para Gunther, y a Sigfrido como marido para Gutrune. Da a Gutrune una pocion para hacer que Sigfrido olvide a Brunilda y se enamore de Gutrune; bajo su influencia, Sigfrido podrá conquistar a Brunilda para Gunther.


Sigfrido llega al palacio de los Guibichungos, con el proposito de verse con Gunther. Gunther le ofrece su hospitalidad, y Gutrune le hace beber el filtro de amor. Ignorando la conspiración, Sigfrido brinda por Brunilda y por su amor. Al beber la pocion pierde la memoria, olvidándose de Brunilda y enamorándose de Gutrune. Bajo la influencia del encantamiento, Sigfrido se ofrece a conseguir una esposa para Gunther, y este le habla de Brunilda y del fuego mágico que le rodea. Ambos se juramentan como hermanos de sangre, y Sigfrido sale hacia la roca de Brunilda. Mientras tanto, Brunilda recibe la visita de su hermana valquiria Waltraute, que le cuenta como Wotan volvió un día de sus vagabundeos con su lanza rota. (Wotan se encuentra consternado con la perdida de la lanza, dado que todos los pactos y acuerdos a que había llegado, todo lo que le daba poder, estaban inscritos en su mango).


Wotan encargo que le llevaron ramas de Yggdrasil, en el árbol del mundo, y fueron apiladas alrededor de Valhalla, envió a sus cuervos en espiar todo el mundo ya traerle noticias, y ahora se encuentra en Valhalla esperando el final.


Waltraute suplica a Brunilda que devuelva el anillo a las hijas del Rin, dado que ahora la maldición esta perjudicando a su padre, Wotan. Pero Brunilda se niega a deshacerse de la prenda de amor de Sigfrido, y Waltraute huye desesperada. Llega Sigfrido, que ha tomado la apariencia de Gunther usando el Tarnhelm, y reclama a Brunilda como esposa. Aunque Brunilda se resiste con violencia, Sigfrido logra dominarla, arrebatándole el anillo y poniéndoselo el mismo en la mano.


Acto 2


Hagen, esperando a orillas del Rin, recibe en suenos la visita de su padre, Alberich. Ante la insistencia de Alberich,
Hagen jura hacerse con el anillo. Sigfrido llega con el amanecer, habiendo recuperado en secreto su verdadera fisonomía e intercambiado su lugar con Gunther. Hayan convoca a Guibichungos para dar la bienvenida a Gunther y su prometida. Gunther llega con una desolada Brunilda, que se queda estupefacta al divisar Sigfrido entre los presentes. Al ver el anillo en la mano de Sigfrido, concluye que ha sido traicionada. Denuncia a Sigfrido ante los vasallos de Gunther, pero Sigfrido jura ante la espada de Hagen que las acusaciones de Brunilda son falsas. Después conduce a Gutrune y los presentes a la fiesta de bodas, dejando a Brunilda, Hagen y Gunther solo junto al rio.


Profundamente avergonzado por la acusación de Brunilda, Gunther decide, por sugerencia de Hagen, que Sigfrido tiene que morir para que el recupere el honor. Brunilda, viendo la oportunidad de vengarse de la traicion de Sigfrido, se une a la conspiración y confiesa a Hagen cual es el único punto débil de Sigfrido. Ella uso sus poderes mágicos
para hacerlo inmune a las armas, pero convencida de que un héroe tan grande nunca daría la espalda al enemigo, dejo los hombros libres del sortilegio. Hagen y Gunther deciden llevar a Sigfrido de caza y asesinarlo.


Acto 3


En los bosques de la ribera del Rin, las hijas del Rin lamentan la perdida del oro. Sigfrido aparece, separado de su partida de caza. Las hijas del Rin le piden con vehemencia que devuelva el anillo en el rio y así podrá evitar su maldición, pero el ignora sus vaticinios de desdicha. Las hijas del Rin se van nadando, y predicen que Sigfrido morirá y que su sucesora, una dama, les dará un trato mas justo. Sigfrido se reúne de nuevo con los cazadores, incluyendo a Gunther y Hagen. Mientras descansan, narra las aventuras de su juventud. Hagen le da a beber una poción que le hace volver la memoria, y entonces cuenta el descubrimiento de la dormida Brunilda, y como la despertó con un beso. De pronto, dos cuervos salen de un arbusto, y al quedarse mirándolos, Hagen lo atraviesa por
el hombro con la espada. Los otros cazadores quedan horrorizados, y Hagen con calma se aleja dentro del bosque.


Sigfrido muere recreándose en sus recuerdos de Brunilda. Su cuerpo es transportado en un solemne cortejo fúnebre.


De nuevo en el palacio de los Guibichungos, Gutrune espera el regreso de Sigfrido. Llega Hagen, encabezando la procesión fúnebre. Gutrune reacciona con una profunda desesperación al ver a su prometido muerto. Gunther condena el asesinato de Sigfrido a manos de Hagen, y este replica que Sigfrido había faltado a su palabra, y reclama el anillo que Sigfrido lleva en la mano como derecho de conquista. Cuando Gunther lo rechaza, Hagen lo ataca y asesina. Sin embargo, cuando Hagen se dirige a arrebatar el anillo, la mano del difunto se alza amenazante, y Hagen retrocede.


Entra Brunilda y da ordenes para que se eleve una pira funeraria junto al rio, y envia los cuervos de Wotan con su dueño, para que le llevan las "noticias tanto tiempo esperadas". Toma el anillo y se dirige a las hijas del Rin, diciéndoles que lo coge entre las cenizas, que el fuego ha limpiado en el la maldición. La pira esta en llamas.


Brunilda monta su caballo Grane y cabalga en el fuego. Lo que sigue es quizás una de las escenas mas difíciles de realizar para un director de escena en toda la historia de la opera: el fuego se eleva mientras el Rin se desborda de su cauce, llevando las hijas del Rin sobre las ondas. Hayan desaparece entre las aguas. Las hijas del Rin huyen nadando, llevando el anillo en triunfo. El palacio de los Guibichungos se colapsa. A medida que las llamas crecen en intensidad, Valhalla empieza a verse en el cielo. Brillantes llamas parecen alcanzar el palacio de los dioses, en el que pueden verse estos, que desaparecen poco a poco de la vista. Cae el telon.


El Ocaso de los Dioses
Richard Wagner ( Leipzip 1813 - Venecia 1883) utilizó las leyendas medievales del Edda y del Nibelungenenlied como fuente de inspiración para su obra más emblemática El Anillo del Nibelungo (Der Ring des Nibelungen) una tetralogía que en sus manos, se transformó en una de las creaciones más paradigmáticas del espíritu germánico y la más extensa historia unitaria de la ópera.
El Anillo lo componen cuatro obras; un prólogo y tres jornadas tituladas El Oro del Rhin, La Walkyria, Sigfrido y El Ocaso de los Dioses.


Ya 1848 Wagner esbozó "La Muerte de Sigfrido" (Sigfrieds Tod) que finalmente se denominó "El Ocaso de los Dioses" (Götterdämmerung), pero se dio cuenta que la mayor parte de la obra se daba por supuesta, por lo que el público quedaría desconcertado y no la comprendería. Así en 1850 empezó a trabajar en el libreto de "El Joven Sigfrido" (Der Junge Siegfried) para que se entendiese correctamente el drama, terminando el libreto en 1851 con el título definitivo de "Sigfrido". Y aún así siguió remontándose en la saga de los nibelungos, escribiendo en 1852 los libretos de "La Walkyria" y "El Oro del Rin". De esta forma vemos cómo el maestro comenzó la tetralogía por el final.


"El Ocaso de los Dioses" cuyo libreto quedó definitivamente terminado en julio de 1872 y la música en noviembre de 1874, fue estrenada como culminación del ciclo del Anillo del Nibelungo en el Festpielhaus de Bayreuth en agosto de 1876 bajo la dirección de Hans Richter.


Discografía de Referencia:

Director:
Cantantes:

Coro:
Orquesta:
Casa:
CD:
Año:
Hans Knappertsbusch
W.Windgassen, A.Varnay, O.Wiener, J.Greindl, E.Grümmer.
Festival de Bayreuth
Festival de Bayreuth
HUNT (Grabación en vivo)
4 (ADD)
1958

Director:
Cantantes:

Coro:
Orquesta:
Casa:
CD:
Año:
Karl Böhm
W.Windgassen, B.Nilsson, T.Stewart, J.Greindl, L.Dvorákova.
Festival de Bayreuth
Festival de Bayreuth
PHILIPS (Grabación en vivo)
4 (ADD)
1967

Director:
Cantantes:

Coro:
Orquesta:
Casa:
CD:
Año:
Daniel Barenboim
S.Jerusalem, A.Evans, B.Brinkmann, Ph.Kang, E.M.Bundschuh.
Festival de Bayreuth
Festival de Bayreuth
TELDEC (Grabación en vivo)
4 (DDD)
1991


PRÓLOGO


(En la roca de la Walkyria, la  misma escena que al final de la  segunda jornada. Noche. Desde el fondo se ve brillar un ígneo  resplandor. Las tres Nornas, altas figuras femeninas con largas y  oscuras túnicas en forma de velos.


La primera (la mayor) está tendida a la derecha, en el foro, bajo el frondoso abeto; la segunda (más  joven) está recostada en un banco de piedra que hay delante del  aposento rocoso; la tercera, la  menor, está sentada en el centro del escenario sobre una peña del borde de la altura. Sombrío  silencio y quietud)

PRIMERA NORNA
¿Qué es esa luz que brilla?

SEGUNDA NORNA
¿Ya amanece?

TECERA NORNA
Las tropas de Loge  brillan ígneas alrededor de la roca.
Todavía es de noche.
¿Por qué no hilamos y cantamos?

SEGUNDA NORNA
(A la primera)
Sí, vamos a hilar y cantar,
¿Dónde asegurarás la cuerda?

PRIMERA NORNA
(Mientras se desciñe una cuerda  de oro y anuda uno de sus cabos  a una de las ramas del cercano abeto)
Para bien o para mal,  yo enrollo la cuerda y canto...
Bajo el Fresno del Mundo  tejía antes, cuando a éste  aún le crecían hojas  grandes y fuertes de su tronco, cuando aún era un bosque  de sagradas ramas.


De su sombra fresca  nacía un riachuelo  que susurraba sabiduría  cuando sus aguas fluían...
Allí, mi pensamiento era sagrado.


Un dios valiente  vino a beber de sus aguas, le faltaba un ojo,  que había dado como prenda.


Del Fresno del Mundo  el fuerte Wotan arrancó una rama, se hizo una lanza con ella y durante mucho tiempo, la herida fue destrozando el bosque.


Las hojas secas se caían, y el árbol se marchitó y murió.
Tristes y completamente secas se quedaron la fuente y sus aguas.


Mi canción se volvió  triste en mi corazón.


Así que, si hoy ya no tejo  junto al Fresno del Mundo, el abeto me bastará  para asegurar la cuerda.
Canta, hermana,  te lanzaré la cuerda.
¿Sabes que ha ocurrido?

SEGUNDA NORNA
(Ciñe la cuerda que le ha sido lanzada, a una peña saliente en la entrada del aposento)
Wotan grabó  en el puño de su lanza los pactos que con tanto honor  había establecido.


Blandía su lanza  como guardiana del mundo,  pero un osado héroe  le rompió la lanza en combate.


En ruinas cayó  la sagrada depositaria de los pactos.


Wotan envió  a los héroes del Walhalla  al Fresno del Bosque; su tronco y sus ramas marchitas rompieron en pedazos.


El fresno cayó,  el riachuelo se secó para siempre.


Hoy, yo ato la cuerda a la roca.
Canta, hermana:  te lanzaré la cuerda.
¿Sabes lo que ocurrirá?
 
 
TERCERA NORNA
 
 
(Recibiendo la cuerda y arrojando uno de sus cabos tras de sí)
 
 
El castillo que los gigantes construyeron aún está en pié.
 
 
Allí Wotan permanece sentando, junto con los dioses y héroes  como sus compañeros sagrados.
 
 
Trozos de madera se apilan  alrededor de la fortaleza.
 
 
Esos trozos eran antes  el Fresno del Mundo.
 
 
Cuando se les prenda fuego, y empiecen a arder, luminosas y solemnes, las llamas alcanzarán la fortaleza  y la devorarán.
 
 
Será el último día  de los dioses inmortales.
Si quieres saber más,  pásame la cuerda otra vez.
 
 
Desde el norte, una vez más yo te la pasaré a ti.
 
(Lanza la cuerda a la segunda
norna)
 
SEGUNDA NORNA
(Impulsa la cuerda hacia la primera, la cual la desata de la rama y vuelve a anudarla a otra)
Hila, hermana y canta 
 
PRIMERA NORNA
(Mirando hacia atrás)
¿Ya amanece? 
¿O son las llamas?
Mis ojos no ven bien y me engañan.
No recuerdo con claridad  aquellos días heroicos y ya pasados  cuando Loge  se marchó ardiendo de ira.
¿Sabes lo que ha sido de él?
 
SEGUNDA NORNA
(Atando de nuevo la cuerda que le ha sido lanzada a la peña)
Wotan logró domarlo  con su lanza mágica. 
 
 
Loge le ayudó con buenos consejos.
Para ganarse la libertad, con sus dientes mordía y roía  las muescas de la lanza.
Wotan le ordenó  con la punta de esa lanza,  que encendiera un fuego  alrededor de la roca de Brunilda.
¿Sabes lo que será de él?
 
TERCERA NORNA
(Recibe la cuerda y la lanza tras  de sí)
Un día Wotan  clavará en el corazón del fuego las afiladas astillas  de su lanza ahora rota, y unas llamas devoradoras  se alzarán allí.
 
 
El dios lanzará el fuego  a los apilados trozos del Freno del Mundo...
¿Queréis saber  cuando ocurrirá esto?
¡Moved la cuerda, hermanas!
 
(Arroja la cuerda. La segunda 
norna la devana y vuelve a   lanzársela a la primera)
 
PRIMERA NORNA
(Anudando de nuevo la cuerda)
La noche se acaba  y no veo nada.
Ya no encuentro  los hilos de la cuerda.
Están enredados.
Una visión borrosa me confunde y me pone de mal humor.
 
El Oro del Rin, que Alberico un día robó, ¿sabéis que ha sido de él?
 
SEGUNDA NORNA
(Ata de prisa y con dificultad  la cuerda a la afilada roca del aposento)
¡La roca afilada  está cortando el hilo!
¡Ya no hay tensión en la urdimbre 
y está enredada la trama!
Veo el anillo del nibelungo alzarse de entre el odio y la desgracia.
Una maldición vengativa se teje entre los hilos de la cuerda. ¿Sabéis que provocará  esa maldición?
 
TERCERA NORNA
(Lanza la cuerda a la tercera 
norna)
La cuerda está demasiado floja  y ya no llega...
Si he de dirigir su punta  hacia el norte, tendré que estirarla más.
 
(Estira fuertemente la cuerda;  ésta se rompe)
 
¡Se ha roto!
 
SEGUNDA NORNA
¡Se ha roto!
 
PRIMERA NORNA
¡Se ha roto!
 
(Despavoridas, las tres nornas  se levantan y se reúnen en el  centro del escenario: cogen los pedazos de la cuerda rota y con ellos atan juntos sus  cuerpos)
 
LAS TRES NORNAS
Nuestra eterna sabiduría  ha llegado a su fin.
El mundo no volverá a aprender  nada más de ella.
¡Abajo! ¡A la madre! ¡Abajo!
 
(Desaparecen. Amanecer creciente.
En el fondo, la luminosidad del  resplandor del fuego es cada vez  más débil. Salida del sol. Pleno día.
Sigfrido y Brunilda entran procedentes del aposento rocoso.
Él va completamente armado,  ella conduce a su corcel de las riendas)
 
 
BRUNILDA
Querido héroe,  ansías nuevas aventuras.
¡Qué poco demostraría quererte si no te dejara marchar!
Tan sólo una cosa me preocupa  y me hace dudar: que tu recompensa por conseguirme haya sido muy pequeña.
Te he dado lo que los dioses  me ordenaron darte: grandes cantidades  de encanto sagrado.
Pero el héroe ante el cual  ahora me someto, me robó mi fortaleza  y soporte de muchacha.
Carente de sabiduría,  pero llena de deseo, rica de amor,  pero privada de fortaleza  no desprecies a esta criatura  que no te pide nada, pero no tiene  nada más que ofrecerte.
 
 
 
SIGFRIDO
Mujer maravillosa, me has dado  más de lo que podría guardar.
No me riñas si tus enseñanzas  no han servido de nada y sigo tan ignorante como antes.
Sólo quiero saber una cosa:
¡Brunilda vive para mí!
¡Pensar en Brunilda!
 
 
 
BRUNILDA
Si quieres darme amor,  piensa sólo en ti, piensa en tus aventuras: piensa en las fieras llamas, que sin ningún miedo atravesaste y que ardían alrededor de la roca 
 
SIGFRIDO
¡Para conseguir a Brunilda!
 
BRUNILDA
Piensa en la mujer que encontraste dormida bajo el escudo 
y cuyo apretado casco rompiste.
 
SIGFRIDO
¡Para despertar a Brunilda!
 
 
BRUNILDA
Piensa en los juramentos  que nos hacen uno, piensa en la fidelidad que nos hemos prometido, piensa en el amor  que nos mantiene vivos.
¡Así Brunilda brillará siempre, sagrada, en tu corazón!
 
(Lo abraza)
 
 
 
SIGFRIDO
Amadísima, te dejo aquí, al solemne cuidado del fuego,
 
(Ha sacado de su dedo el anillo de Alberico y se lo ofrece ahora  a Brunilda)
 
 
Y a cambio de tus enseñanzas  te entrego este anillo.
Todas mis hazañas se concentran en la virtud de este anillo.
Maté al salvaje dragón  que lo defendía.
¡Protege tú ahora su poder, como prenda sacra de mi fidelidad!
 
 
 
BRUNILDA
(Llena de entusiasmo se coloca el anillo)
Lo disfrutaré  como si fuera lo único que poseo.
A cambio del anillo,  llévate mi caballo, que antes valiente  corría conmigo por el cielo, y que junto a mí  perdió esa habilidad mágica.
Ya no volverá a volar sin temor  por las nubes entre truenos y relámpagos.
Más allá donde lo lleves, incluso a través de las llamas,
Grane te seguirá sin miedo alguno, pues sólo a ti, héroe,  obedecerá.
Cuídalo bien  y escuchará lo que le digas.
¡Oh, dale a menudo a Grane, n recuerdos de Brunilda!
 
 
 
SIGFRIDO
¡Seguiré llevando a cabo hazañas sólo gracias a tu virtud!
Tú elegirás mis batallas; mis victorias se reflejarán en ti; sobre el lomo de tu caballo, bajo la protección de tu armadura,  ya no me considero Sigfrido; tan sólo soy el brazo de Brunilda.
 
 
 
BRUNILDA
¡Ojalá Brunilda pudiera ser tu alma!
 
 
 
SIGFRIDO
¡Ella enciende mi valentía!
 
 
 
BRUNILDA
Entonces has de ser 
Sigfrido y Brunilda a la vez.
 
 
 
SIGFRIDO
Donde me halle, seré los dos.
 
 
 
BRUNILDA
(Con pasión)
Entonces ¿mi cueva no estará vacía?
 
SIGFRIDO
Nos tiene a los dos  ahora que somos uno.
 
BRUNILDA
(Con gran emoción)
Oh dioses sagrados, oh seres majestuosos, deleitad la vista  con esta bendita pareja.
Separarnos... ¿quién podrá?
¡Siempre unidos!
 
SIGFRIDO
¡Salve, Brunilda,  estrella reluciente!
¡Salve, amor resplandeciente!
 
BRUNILDA
¡Salve, Sigfrido,  luz triunfal!
¡Salve, vida resplandeciente!
 
BRUNILDA, SIGFRIDO
¡Salve! ¡Salve!
 
(Sigfrido conduce el corcel hacia  la roca, a donde le sigue Brunilda.
Sigfrido ha desaparecido hacia debajo de la pendiente de manera que el espectador ya no le ve.
Brunilda se queda sola y mira hacia donde ha desaparecido Sigfrido. 
El gesto de ella revela que el  héroe ha desaparecido a su mirada. 
Se oye el cuerno de Sigfrido. 
Brunilda escucha y avanza más  hacia la cuesta. Puede ver de  nuevo a Sigfrido al que hace  señas con expresión enamorada. 
Su alegre sonrisa denota la  visión del enamorado alejándose  dichoso. A continuación cambio de escena mientras la orquesta  toca el interludio conocido como 
"El viaje de Sigfrido por el Rin")
 
 
ACTO  PRIMERO
 
 
(El castillo de los gibichungos  junto al Rin. Sala abierta hacia el foro. El foro lo ocupa un espacio ribereño libre hasta el río; alturas escarpadas delimitan la orilla. Gunther y Gutrune sentados en un banco lateral, ante el cual  hay una mesa con copas y jarras.
Hagen está sentado delante)
 
 
 
Escena Primera
 
 
 
GUNTHER
Escucha Hagen 
y dime, héroe:
¿Gozo de prestigio en todo el Rin?
¿Honra Gunther a los gibichungos?
 
 
 
HAGEN
Tu buen nombre me causa envidia.
Aquella que nos engendró como hermanos,  la dama Grimhilde,  me lo ha hecho comprender.
 
 
 
GUNTHER
Yo te envidio a ti y tú no tienes por qué envidiarme a mí.
Aunque yo heredé la primogenitura, sólo tú heredaste su sabiduría.
Nunca se había resuelto mejor la rivalidad entre hermanastros.
Si te pregunto sobre mi prestigio  lo hago para alabar tu inteligencia.
 
 
 
HAGEN
Entonces, mi consejo no ha sido útil pues todavía tu gloria es poca: yo sé de grandes tesoros que el gibichungo  todavía no ha ganado.
 
 
 
GUNTHER
Si no me hablas de ellos,  yo también me enfadaré.
 
 
 
HAGEN
Veo los hijos de Gibich en el apogeo de su fuerza y madurez, pero... tú, Gunther, aún no te has casado, y tú Gutrune, no tienes marido.
 
(Gunther y Gutrune se pierden en silenciosos pensamientos)
 
 
 
GUNTHER
¿Con quién nos desposaremos, para obtener una mayor gloria?
 
 
 
HAGEN
Conozco una mujer,  la más gloriosa del mundo: su morada está en las montañas rodeada por las llamas.
Sólo atravesando esas llamas, un hombre podrá obtener a Brunilda.
 
 
 
GUNTHER
¿Crees que mi valor lo resistiría?
 
 
 
HAGEN
Ese privilegio está reservado  para otro hombre aún más fuerte.
 
 
 
GUNTHER
¿Quién es el valiente?
 
 
 
HAGEN
Sigfrido, el hijo de los welsungos:  él es el más fuerte de los héroes.
Dos hermanos gemelos,
Siegmund y Sieglinde, por amor, engendraron este noble hijo, que creció robusto en el bosque y al que me gustaría convertir  en el esposo de Gutrune.
 
 
 
GUTRUNE
(Tímidamente)
¿Qué gloriosas hazañas ha realizado el más augusto  de los héroes?
 
 
 
HAGEN
En Neidhöle  un monstruoso dragón  protegía el tesoro nibelungo,  pero Sigfrido  logró cerrarle para siempre sus feroces fauces  matándolo con su espada victoriosa.
Este hecho tan excepcional le aseguró su fama de héroe.
 
 
 
GUNTHER
(Reflexionando)
Oí del tesoro de los nibelungos...
¿No es la riqueza más codiciada?
 
 
 
HAGEN
El hombre que sepa usarlo,  tendrá el mundo a sus pies.
 
 
 
GUNTHER
¿Y Sigfrido ganó en la lucha?
 
 
 
HAGEN
Los nibelungos son sus esclavos.
 
GUNTHER
¿Y sólo él puede poseer a Brunilda?
 
 
 
HAGEN
Ante ningún otro cederán las llamas.
 
 
GUNTHER
(Se levanta enfurecido)
¿Por qué suscitas dudas y discordia?
¿Acaso has de despertar en mí el deseo por lo que nunca podré conseguir?
 
(Camina presuroso por la sala  arriba y abajo. Sin levantarse  de su asiento, Hagen detiene a
Gunther, y le habla con un gesto lleno de misterio)
 
 
 
HAGEN
Si Sigfrido te trajera  a Brunilda hasta aquí
¿No se convertiría en tu esposa?
 
 
 
GUNTHER
(Se vuelve de nuevo, dubitativo y malhumorado)
¿Quién haría que ese hombre feliz me consiguiera la novia?
 
 
 
HAGEN
(Como antes)
Con facilidad lo convencerías... si Gutrune lo conquista a él antes.
 
 
 
GUTRUNE
¡Hagen, burlón!
¿Cómo podría enamorar a Sigfrido?
Si él es el más glorioso  de los héroes del mundo, la mujer más hermosa de la tierra  ya lo habrá atado hace tiempo.
 
 
 
HAGEN
(Inclinándose confidencialmente a Gutrune)
Recuerda la pócima del cofre...
 
(Aún con más misterio)
 
Y confía en mí que te la conseguí: cegará de amor por ti  al héroe que deseas.
 
(Gunther ha vuelto junto a 
La mesa y escucha atentamente   apoyado en ella)
 
Si Sigfrido llegara ahora mismo  y bebiera esa pócima de especias, se olvidaría de cualquier mujer  con la que hubiera estado...
O que haya visto antes que a ti.
Y ahora, decidme:
¿Qué os parece el plan de Hagen?
 
 
GUNTHER
(Levantándose)
¡Alabada sea Grimhilde  que nos dio a Hagen como hermano!
 
 
 
GUTRUNE
¡Ojalá pudiera ver pronto a Sigfrido!
 
 
 
GUNTHER
¿Cómo podríamos encontrarle?
 
(Se oye un cuerno desde el foro, a la izquierda. Hagen permanece a la escucha)
 
 
 
HAGEN
Cuando se dirige felizmente 
a la caza de aventuras,
el mundo para él 
no es más que un pequeño bosque.
Quizás su infatigable cacería 
lo empuje hasta las costas de Gibich,
junto al Rin.
 
GUNTHER
Me complacerá darle la bienvenida.
 
(Cuerno más próximo. Hagen
se acerca a la orilla)
 
¡Se oye un cuerno desde el Rin!
 
HAGEN
(mira río abajo, se vuelve y 
grita)
¡Un héroe y un caballo en una barca!
¡Él sopla el cuerno alegremente!
 
(Gunther permanece escuchando a
medio camino)
 
Sin ninguna dificultad,
como si ni siquiera necesitara 
mover los brazos,
rema rápidamente a contracorriente.
Esa gran fuerza 
que empuja los remos 
sólo puede venir del hombre 
que mató al dragón.
¡Se trata de Sigfrido! 
¡Seguro!
 
GUNTHER
¡Va a pasar de largo!
 
HAGEN
(llama hacia el río, haciendo bocina
con las manos)
¡Hoiho!, ¿Hacía dónde te diriges
alegre héroe?
 
VOZ DE SIGFRIDO
(desde lejos)
A ver al robusto hijo de Gibich.
 
HAGEN
Te invito a su palacio...
 
(Sigfrido aparece en la barca, en 
la orilla)
 
¡Hacia aquí! ¡Atraca aquí!
 
Escena Segunda
 
(Sigfrido atraca con la barca.
Hagen la amarra firmemente a la
orilla. Sigfrido salta a la ribera 
junto con su caballo)
 
HAGEN
Bienvenido Sigfrido, querido héroe.
 
(Gunther ha venido al lado de Hagen,
en la orilla. Desde el sitial,
Gutrune mira con asombrada
admiración a Sigfrido. Gunther 
se dispone a ofrecerle su amistoso
saludo. Todos se contemplan
 unos a otros)
 
SIGFRIDO
(apoyado en su caballo, permanece
tranquilo junto a la barca)
¿Quién es el hijo de Gibich?
 
GUNTHER
Yo, Gunther, soy el que buscas.
 
SIGFRIDO
He oído hablar 
de tu valor por todo el Rin.
Ahora, lucha conmigo 
o sé mi amigo.
 
GUNTHER
Dejémonos de luchas. 
¡Sé bienvenido!
 
SIGFRIDO
(mirando alrededor)
¿Dónde puedo dejar mi caballo?
 
HAGEN
Le encontraré un lugar en el establo.
 
SIGFRIDO
(entrega su corcel a Hagen)
Me has llamado Sigfrido.
¿Acaso ya me habías visto antes?
 
HAGEN
Sencillamente te he reconocido 
por tu fuerza.
 
SIGFRIDO
(mientras entrega su corcel a
Hagen)
Cuídame bien a Grane;
nunca has sostenido 
las riendas 
de un caballo más noble.
 
(Hagen lleva fuera al caballo,
mientras Sigfrido lo sigue con la
mirada. A una señal de Hagen
también se aleja Gutrune,
inadvertida por Sigfrido, por una
puerta que conduce a su aposento.
Gunther avanza con Sigfrido, 
al que invita que lo siga hacia 
el centro de la sala)
 
GUNTHER
Oh héroe, alégrate de saludar 
la casa de mi padre.
Considera como tuyo 
todo lo que veas y por donde pases.
Mi herencia, mi tierra, 
mis gentes son tuyas.
¡Que mi cuerpo 
sea garantía de mi juramento!
Me ofrezco a ti como tu hombre.
 
SIGFRIDO
No poseo ni tierras ni gente,
ni casa paterna para ofrecerte,
pues tan sólo heredé mi cuerpo,
que lo consumo viviendo.
Lo único que poseo 
es una espada que yo mismo forjé.
¡Que mi espada 
sea garantía de mi juramento!
Me ofrezco a ti como tu aliado.
 
HAGEN
(que ha vuelto y está situado detrás
de Sigfrido)
Pero, he oído rumores de que tú eres 
el amo y señor del tesoro nibelungo.
 
SIGFRIDO
(volviéndose hacia Hagen)
¡Casi me olvido del tesoro!
¡Poco valor le doy!
Lo dejé en la cueva 
donde el dragón antes lo protegía.
 
HAGEN
¿Y no te llevaste nada?
 
SIGFRIDO
Este casco, 
pero no sé para que sirve.
 
HAGEN
Conozco el Tarnhelm,
la obra nibelunga más elaborada.
Si te lo pones, te permite
transformarte en lo que quieras;
si deseas visitar algún lugar lejano,
te llevará hasta allí 
en un abrir y cerrar de ojos.
¿No te cogiste nada más del tesoro?
 
SIGFRIDO
Un anillo.
 
HAGEN
¿Lo has dejado en un lugar seguro?
 
SIGFRIDO
Me lo guarda una mujer maravillosa
 
HAGEN
(apara sí)
¡Brunilda!
 
GUNTHER
Sigfrido, 
no deberías proponerme un cambio.
Todos mis bienes son una baratija
comparado con tus joyas.
Con placer, te serviré por nada.
 
(Hagen ha llegado hasta la puerta
de Gutrune y la abre ahora.
Gutrune entra; trae una copa 
llena y se acerca con ella a 
Sigfrido)
 
GUTRUNE
Bienvenido huésped, 
a la casa de Gibich,  
su hija te ofrece algo de beber.
SIGFRIDO
(le hace una inclinación de cabeza y
le coge la cuerna. La sostiene ante
sí ensimismado. En voz baja pero
con determinación)
Aunque me olvidara 
de todo lo que me has dado,
hay algo 
que nunca podré olvidar:
Brunilda, a ti, 
mi verdadero amor 
te ofrezco esta bebida.
 
(se lleva la cuerna a los labios y
toma un gran sorbo. Tiende de
nuevo la cuerna a Gutrune que,
avergonzada y confusa, baja ante 
él los ojos. Súbitamente Sigfrido
clava en ella su mirada con pasión
creciente)
 
Me has quemado la vista 
como un resplandor.
¿Por qué bajas la vista ante mí?
 
(Gutrune, ruborizándose, levanta los
ojos hacia él)
 
¡Ay, hermosísima mujer!
Cierra los ojos; 
¡Mi corazón arde en mi pecho 
por sus rayos!
¡Siento como si ríos de llamas
me quemaran y abrasaran la sangre!.
 
(con voz quebrada)
 
Gunther, 
¿cómo se llama tu hermana?
 
GUNTHER
Gutrune
 
SIGFRIDO
(en voz baja)
¿Son propicios los presagios 
que leo en sus ojos?
 
(coge fogosamente la mano de
Gutrune)
 
Me ofrecí a servir a tu hermano, 
y con orgullo me rechazó.
¿Me tratarías tú también 
de forma tan arrogante
si me ofreciera a ti en matrimonio?
 
(Gutrune involuntariamente
tropieza con la mirada de Hagen;
inclina humildemente la cabeza y
como si se sintiera avergonzada
ante Sigfrido, abandona de nuevo 
la sala con paso vacilante. 
Sigfrido, observado con atención por 
Hagen y Gunther, mira a Gutrune
fijamente, como hechizado, sin
volverse)
 
Gunther ¿tienes esposa?
 
GUNTHER
Aún no estoy casado, 
y me costará encontrar 
la esposa adecuada. 
Me he decidido por una,
pero no sé manera de conseguirla.
 
SIGFRIDO
(volviéndose a Gunther)
¿Qué no conseguirías 
si yo te ayudara?
 
GUNTHER
Su casa se halla en una alta roca...
 
SIGFRIDO
(interrumpiéndole con gran
celeridad
¿Su casa está en una alta roca?
 
GUNTHER-
Rodeada por fieras llamas.
 
SIGFRIDO
¿Rodeada por fieras llamas?
 
GUNTHER
Sólo atravesando el fuego...
 
SIGFRIDO
(con gran esfuerzo, como para
aprehender un recuerdo)
¿sólo atravesando el fuego?
 
GUNTHER
se puede conseguir a Brunilda.
 
(Sigfrido hace un gesto que, al
mencionarse el nombre de Brunilda,
se le ha desvanecido por completo
el recuerdo)
 
Pero yo no puedo 
subir a la roca,
el fuego nunca se apagará ante mí.
 
SIGFRIDO
(como si saliera de un sueño, se
vuelve hacia Gunther con gran
vivacidad)
Yo no tengo miedo del fuego.
¡Yo te conseguiré a esa mujer!
Puesto que soy tu hombre
y mi valor está para servirte
si puedo casarme con Gutrune.
 
GUNTHER
Con placer te entrego a Gutrune.
 
SIGFRIDO
Pues yo te traeré a Brunilda
 
GUNTHER
¿Cómo la engañarás?
 
SIGFRIDO
Gracias a la magia del Tarnhelm,
me transformaré en ti.
 
GUNTHER
Entonces hagamos un juramento.
 
SIGFRIDO
¡Que la sangre de nuestra 
hermandad sea nuestro juramento!
 
(Hagen llena con nuevo vino una
cuerna, y después la sostiene entre
Sigfrido y Gunther, quienes con
sus espadas se hacen un corte en 
el brazo y los mantienen unos
instantes encima de la boca de 
la cuerna. Luego ambos apoyan 
dos dedos en ella mientras Hagen
continúa sosteniéndola en el centro,
entre ambos)
 
La vida vuelve a nacer 
con la sangre fresca
que he derramado con esta bebida.
 
GUNTHER
¡Que nuestra sangre valerosa
haga arder la bebida 
con nuestro amor de hermanos!
 
LOS DOS
Brindo por la lealtad de mi hermano.
¡Que nuestro juramento 
de sangre de hermandad
crezca feliz y libre hoy!
 
GUNTHER
Si un hermano rompiera la unión...
 
SIGFRIDO
Si un amigo traicionara al otro...
 
LOS DOS
las gotas de sangre que hoy 
tan solemnemente hemos bebido 
fluirán como ríos 
para matar al amigo.
 
GUNTHER
(bebe y pasa la cuerna a 
Sigfrido)
Acepto el juramento.
 
SIGFRIDO
Brindo por mi lealtad hacia a ti
 
(bebe y pasa la cuerna vacía a
Hagen. Este parte la cuerna 
con su espada en dos pedazos. 
Gunther y Sigfrido se dan la 
mano. Sigfrido mira a Hagen,
que ha estado observando 
detrás de él durante todo el
juramento)
 
¿Por qué no juraste tú también?
 
HAGEN
Mi sangre estropearía la bebida,
pues no fluye tan pura 
y noble como la vuestra.
En mi interior está estancada,
obstinada y fría,
y ni aún da calor a mis mejillas.
Por eso me mantengo al margen 
de pactos de sangre caliente.
 
GUNTHER
(a Sigfrido)
Deja tranquilo al infeliz hombre.
SIGFRIDO
(vuelve a colgarse el escudo)
¡Partamos hacia nuestro destino!
Ahí está mi barca que velózmente
nos llevará hasta la roca.
 
(se acerca a Gunther y le 
explica)
 
Te quedarás una noche 
esperando junto a la orilla,
después, traerás a casa a tu esposa.
 
(Se vuelve para partir y hace a
Gunther una seña, para que lo siga)
 
GUNTHER
¿No querrías descansar antes?
 
SIGFRIDO
¡Tengo mucha prisa en volver aquí!
 
(va hacia la orilla para desamarrar
la barca)
 



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